Reseña de La efímera edad de las manos – Alberte Momán Noval

 


La efímera edad de las manos, de Alberte Momán, es una obra singular que transita con destreza entre la sátira, el realismo crítico y la ciencia ficción más disparatada. Ambientada en una ciudad precaria y deshumanizada, la novela combina humor ácido, crítica social y simbolismo extremo para construir un relato que, bajo la apariencia de una fábula absurda, encierra un análisis lúcido sobre el poder, el trauma y los mecanismos de control.

La protagonista, Ana, es madre soltera e investigadora privada. Lucha por compaginar la crianza de su hijo con una vida laboral incierta, arrastrando un pasado de abusos y abandono afectivo. La narración brota desde su voz interior, saturada de miedo, rabia, escepticismo y una férrea voluntad. Su vida cambia cuando recibe la visita de dos personajes excéntricos —Johannes Breuer y Flavius Theodosius— que aseguran ser superhéroes y le encomiendan una misión: desenmascarar a Mario Vargas Llosa, supuesto alienígena infiltrado que planea dominar a la humanidad mediante la manipulación cultural.

Este giro delirante no es gratuito: Vargas Llosa simboliza aquí al intelectual colonizador, difusor de valores neoliberales y conservadores. Su supuesta naturaleza extraterrestre funciona como metáfora para cuestionar la autoridad cultural, el adoctrinamiento ideológico y la explotación de la lengua como arma de control.

Momán escribe con estilo directo, visual y provocador. Alterna descripciones íntimas y dolorosas —como los recuerdos del abuso infantil sufrido por Ana— con escenas de acción rocambolescas y diálogos absurdos. El uso de un lenguaje filosófico, lírico o pseudocientífico, sobre todo en boca de los superhéroes, satiriza la jerga académica y denuncia el vacío que muchas veces ocultan las palabras. Destaca el personaje de Teodosio, que se comunica únicamente con versos de Mario Santiago Papasquiaro, aportando un tono poético-ridículo que roza el dadaísmo.

La novela aborda temas como la maternidad en soledad, la sororidad improvisada, el racismo estructural y la memoria del trauma. Ana sobrevive gracias a una red de cuidados improvisada, que contrasta con la ineptitud de sus supuestos aliados “superpoderosos”. Esta red —formada por una adolescente, una anciana y un tendero inmigrante— se convierte en su verdadera familia y refugio.

A lo largo de la obra, Ana evoluciona de figura resignada a líder decidida, capaz de imponer su criterio frente a la confusión de sus compañeros. Su afirmación final, “Nietzsche mató a Dios y nosotras hemos nacido para ocupar su lugar”, resume el espíritu de la novela: la recuperación del poder de decidir y resistir.

En resumen, La efímera edad de las manos es una novela ácida, brillante y profundamente contemporánea, que cuestiona lo establecido desde el exceso, el humor y la inteligencia. Una apuesta literaria tan radical como necesaria.